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Contribuisci feedbackUn lugar perfecto para disfrutar de un ambiente muy natural y además de una mesa muy tradicional pero riquísima. El trato muy familiar. Lugar para comer y perderse
Un lugar perdido en el tiempo y en el espacio en un paisaje precioso. Se trata de una antigua abadía reconvertida en hostal para dar cobijo, sobre todo, a ciclistas en ruta que lo tienen como parada favorita. Nosotros fuimos acompañados de familia que conocía muy bien su restaurante casero. La dueña. de trato miuy agradable, nos ofreció la carta escrita a mano. Lo sorprendente, inigualable e inesperado es la cantidad de platos y más platos con los aperitivos más variados que uno pueda imaginar; fiambres, quesos, croquetas, patés, pimientos, etc. Con ellos ya habríamos comido. Los entrantes y platos principales nos supieron también muy ricos, con ese sabor a cocina de hogar que uno creía hace tiempo perdida. Merece la pena acercarse porque uno no va a salir defraudado.
Nos lo asignaron dentro de una ruta ciclista para hacer noche allí. Sitio con encanto por la ubicación y la tranquilidad que ofrece, es un hotel sin grandes lujos pero suficiente para comer y dormir disfrutando del bonito entorno. Tiene un local para guardar las bicicletas con seguridad.
Un lugar encantador, ideal para reponer fuerzas, disfrutar de las vistas y con una cocina excelente de la mano de una anfitriona que te hace sentir como en casa!
És un lugar muy especial para disfrutar de una buena comida y unas visitas fenomenales y también puedes dormir buena gente...